Varios elementos se integran y complementan como referencia en la formulación y puesta en marcha de este tipo de emprendimientos: seguridad alimentaria, soberanía alimentaria, agroecología, agricultura orgánica y producción limpia de alimentos. Se hará una breve descripción de cada uno de ellos dentro del marco del Desarrollo Sostenible, entendido este último como “el proceso de mejoría económica y social, que satisface las necesidades y valores de todos los grupos interesados, manteniendo las opciones futuras y conservando los recursos naturales y la biodiversidad, lo cual incorpora la sostenibilidad ecológica, social, cultural y económica (Carrizosa Umaña, J. La política ambiental en Colombia: Desarrollo sostenible y democratización. FESCOL, Bogotá, D.C. 1992)”.
La Agroecología es la respuesta a la necesidad de transformar y restablecer nuestra realidad material en el contexto de un sistema alimentario y un mundo rural devastado por la producción industrial de alimentos y por los efectos de la Revolución Verde. Las distintas formas de producción alimentaria campesina basadas en la Agroecología generan conocimientos en lo local, fomentan la justicia social, promueven la identidad y la cultura y favorecen la viabilidad económica de las áreas rurales. (Declaración del Foro Internacional sobre Agroecología, 2015). Desde este punto de vista, la Agroecología se concibe como una ciencia que intenta combinar la información tecnocientífica con el conocimiento y la experiencia de los campesinos, habida cuenta que las prácticas de los mismos son a menudo el resultado de cientos de años de observación colectiva y de ensayo-error de las comunidades en proceso continuo de adaptación de sus prácticas innovativas.
El concepto de Soberanía Alimentaria desarrollado por campesinos, fue llevado al debate público con ocasión de la Cumbre Mundial de la Alimentación en 1996, ofreciendo una alternativa a las políticas neoliberales Pese a ser practicada durante miles de años, fue puesta en escena a nivel mundial a partir de la Declaración del Foro Internacional sobre Agroecología (Declaración de Nyéléni), reunido en Mali, Nigeria en febrero de 2015, en el cual campesinos, comunidades rurales, pueblos indígenas y movimientos urbanos expresaron la visión, los principios y las estrategias comunes de la Agroecología, definida y controlada por el pueblo, reconociendo la necesidad de la participación de los productores nucleados en diferentes formas asociativas, erigiéndose la Agroecología como inseparable de la Soberanía Alimentaria, en contraposición con el modelo imperante de desarrollo agrícola basado en gran medida en la industrialización, la comercialización, y la especialización.
En este foro, los movimientos sociales la definieron como: “el derecho de los pueblos a disponer de alimentos nutritivos y culturalmente adecuados, accesibles, producidos de forma sostenible y ecológica y su derecho a decidir su propio sistema alimentario y productivo. Desde entonces, dicho concepto se ha convertido en un tema mayor del debate agrario internacional, inclusive en el seno de las instancias de las Naciones Unidas. Cabe recordar que fue el tema principal del foro ONG paralelo a la cumbre mundial de la alimentación de la FAO de junio del 2002.
La agroecología se ha centrado en los siguientes problemas prácticos (Gomes and Rosenstein, 2000; González, 2011; Gutiérrez et al., 2008):
- La alimentación de una población humana creciente y urbanizada
- La recuperación de los agroecosistemas de la degradación provocada por la agricultura convencional
- La implementación de prácticas que preserven la ecosfera
- La producción de alimentos más sanos
- El mejoramiento de la calidad de vida de los agricultores,
- Una producción compasiva (humana) con los animales no humanos
Continuando con las definiciones, “la Seguridad Alimentaria es la situación en la que todas las personas, en todo momento, tienen acceso físico y económico a suficientes alimentos inocuos y nutritivos, para satisfacer sus necesidades alimenticias para desarrollar una vida saludable (FAO, 2016)”.
“América Latina y el Caribe (ALC) fue la única región en alcanzar el objetivo de desarrollo del milenio (ODM) de reducir la proporción de personas con desnutrición a la mitad entre 1990-2015. Sin embargo, para 2016, el número de personas con hambre aumentó, la pobreza también se está incrementando y la producción de alimentos está bajo una fuerte presión para reducir su impacto ambiental y no perjudicar la sostenibilidad de los recursos naturales. (Seguridad Alimentaria en América Latina, OPSAA, IICA, Julio 2019)”.
Según lo planteado en el proyecto de ley 128 del 2010, el 40.8% de los hogares en Colombia padecen de inseguridad alimentaria debido a que solo se consumen 30 gramos de hortalizas y frutas en el día por persona, cuando la OMS (Organización Mundial de la Salud) sugiere que una persona debería consumir 400 gramos por día entre hortalizas y frutas. (Revista Vínculos, Vol. 16, No 2 (julio-diciembre 2019).
A título de ejemplo, en el marco anterior se ha movido la programación y aconteceres de la Granja Agroecológica Integral como un proyecto agropecuario sostenible acorde con los preceptos de la Agroecología como ciencia rectora, orientando todas sus acciones a la obtención de alimentos limpios, imprimiéndole un manejo empresarial a la Granja, mediante la aplicación de los debidos procedimientos, métodos y herramientas en lo técnico, administrativo y financiero. Información sobre el desarrollo y operación de este modelo en funcionamiento en el municipio de San Francisco, Cundinamarca, como proyecto de la corporación CIPEC, se puede revisar en la página Web de la organización.
Desde el punto de vista comercial, la producción de alimentos orgánicos constituye un agronegocio en rápida expansión a nivel mundial, enfocado a satisfacer las expectativas de un sector del mercado de alimentos con posibilidades de consumir productos con mayor calidad e inocuidad, asegurado o certificado y dispuesto a pagar precios superiores por ello.
Esta preferencia de un sector de los consumidores, en mercados que diferencian a los productos, constituye una posibilidad de agregar valor para los productores, que implementan prácticas de producción social y/o comercial ambientalmente sostenibles y responsables, basadas en principios aceptados internacionalmente, como: 1) Considerar el manejo integrado de la fertilidad del suelo como la clave para el éxito de la producción, 2) Reducir el uso de insumos externos y abstenerse de utilizar agroquímicos sintéticos, tales como insecticidas, herbicidas, fungicidas, fertilizantes y medicamentos veterinarios (antibióticos y hormonas de crecimiento), 3) Emplear procedimientos naturales para la conservación de los alimentos y minimizar el uso de conservantes y preservantes sintéticos, 4) Prohibir, a pesar de la base científica que apoya su uso, variedades de especies de cultivos con modificaciones genéticas u Organismos Genéticamente Modificados (OGM) cuyo consumo podría involucrar riesgos a la salud, 5) Respetar la capacidad natural de las plantas, los animales y el paisaje, para optimizar la calidad de la agricultura y el ambiente, 6) Desarrollar valores éticos en la producción agrícola tales como, comercio equitativo, salud y seguridad social de los trabajadores, bienestar de los animales y la sostenibilidad, 7) Normatizar y certificar el proceso de producción, tomando como base las directrices y regulaciones nacionales e internacionales (normas del Codex Alimentarius) y acuerdos específicos de armonización y certificación, principalmente cuando el producto es de exportación, por cuanto debe cumplir con la reglamentación del lugar de destino.
Corporación para el Desarrollo Integral del Sector Agropecuario CIPEC. 2024